Mientras países como Brasil y Bolivia celebran haber alcanzado este año la certificación como territorios libres de fiebre aftosa sin necesidad de mantener campañas de vacunación sistemáticas en todos sus estados, Venezuela sigue siendo la gran excepción en Sudamérica.
El país aún no ha logrado el estatus sanitario que abriría sus mercados ganaderos, justo cuando América Latina consolida su posición libre de aftosa. Esta enfermedad viral —altamente contagiosa entre especies de pezuña hendida (vacunos, porcinos, ovinos y caprinos— representa una barrera infranqueable para las exportaciones pecuarias.
Aunque no representa un riesgo para la salud humana, sus efectos económicos son devastadores: restricciones comerciales, pérdidas productivas y la necesidad de implementar controles sanitarios rigurosos.
Por ello, organismos como la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y el Centro Panamericano de Fiebre Aftosa (Panaftosa) monitorean de cerca la situación regional.
Actualmente, países como Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Panamá, Paraguay y Perú han sido reconocidos como libres de la enfermedad. Este estatus les permite exportar animales y productos derivados sin restricciones.
En cambio, la falta de certificación en Venezuela implica barreras al acceso a mercados internacionales y menor competitividad para su sector ganadero.