El Ejército de Nepal se desplegó en todo el país para intentar contener una espiral de violencia, saqueos y destrucción que sumió a la nación en el caos, con un toque de queda nacional extendido hasta este jueves 11 de septiembre y un sistema penitenciario colapsado tras la fuga de más de 2.000 presos.
Las fuerzas armadas, que tomaron el control de la seguridad desde la noche de este martes 9, patrullan las calles con altavoces pidiendo a la población que no se una a las protestas que dejaron 25 muertos.
En un comunicado, el Ejército admitió que, a pesar de su despliegue, los «actos de saqueo, incendios y pérdidas de vidas» han continuado en varias partes del país.
Hasta el momento, 27 personas han sido arrestadas por «actividades destructivas». Las autoridades informaron de la incautación de un arsenal de más de 30 armas en Katmandú y Pokhara, y de la recuperación de 3,37 millones de rupias (unos 25.000 dólares) procedentes de saqueos.
Esta situación es el resultado de una masiva revuelta juvenil que estalló el pasado lunes 8 contra la corrupción y una prohibición gubernamental de redes sociales.
La violencia de las protestas forzó este martes 9 la dimisión del entonces primer ministro, K.P. Sharma Oli, pero su renuncia no detuvo el caos, que culminó con el asalto e incendio del Parlamento.