El guarapo de caña que vende el señor Arturo Rozo, en el sur de Valencia, es una de las bebidas naturales más consumidas por los comerciantes, motorizados y personas de la tercera edad que hacen vida entre el sector Los Caobos y Bella Florida, parroquia Miguel Peña.
Su potencial es altamente alcalino en niveles de calcio, magnesio, potasio, hierro, entre otros. Su poder antioxidante ayuda a combatir infecciones y fortalece el sistema inmunológico. Se suele mezclar con jugo de limón para mejorar el sabor y prolongar su durabilidad.

Bajo esa premisa, Arturo Rozo ofrece su producto diagonal al campo de béisbol menor de Los Caobos, bajando el distribuidor, antes del semáforo del cruce hacia Bella Florida. En una esquina encuentra a Rozo, sentadito en la sombra esperando clientes, y cuando llegan en carros o motos, se levanta rápidamente a atenderlos. Es muy conocido en la zona y se ha ganado la confianza de los comerciantes, entre ellos, el peruano de Multiservicios y Repuestos Escalinyec, quien le presta el punto de venta para que no pierda el cliente.
Arturo Rozo, oriundo del poblado de Rubio en el estado Táchira, emigró a Valencia hace aproximadamente 50 años; apenas cumplía la mayoría de edad y comenzó a buscar mejores oportunidades económicas y de vida. Hoy, a sus 70 años, se mantiene activo vendiendo guarapo de caña, un oficio que, aunque sencillo, refleja la perseverancia y adaptación que ha marcado toda su trayectoria, comercializando el guarapo de caña en el mismo sitio.
Con la venta de guarapo encontró parte de su estabilidad que ha mantenido durante las últimas dos décadas. Cuenta que el producto llega desde el municipio Carlos Arvelo, Flor Amarillo y la carretera vieja de Libertador, ya cortada: “Yo la lavo bien y aquí mismo, en esta máquina que compré hace muchos años procedente de Brasil, comienzo a procesarla con el molino”, comenta.

Sentadito en una silla vetusta y mirando al infinito, dice: “Me he desempeñado como transportista, comerciante, pintor e incluso latonero; ahora vendo guarapo de caña, y aunque la situación económica del país me ha afectado mucho, sigo perseverando. La gente me pregunta por qué sigo trabajando en la calle, y yo le contesto: ‘Si no lo hago, me muero; no puedo quedarme en la casa encerrado’”.

Relata que las ventas han estado flojas; sin embargo, viene uno que otro cliente a comprarme el jugo de caña, cuyo costo oscila entre dos vasos por un dólar y el litro a tres dólares. Actualmente, trabajo con las uñas, es decir, con la venta del día; compro la materia prima, muy pocas ganancias, pero con eso estoy viviendo”, atina a decir Rozo.
Cuenta que reside en el sector El Socorro y su rutina es diaria, de lunes a lunes, no descansa, comienza la faena desde las 8:00 de la mañana hasta las 5:30 de la tarde. La historia de Arturo Rozo es la de un hombre que, con esfuerzo y humildad, ha construido su vida lejos de su tierra natal, adaptándose a los vaivenes de la economía y manteniéndose firme en sus convicciones y trabajo diario. Cuando visite el sur de Valencia, no se le olvide pasar por la venta de guarapo de caña de Arturo Rozo. (Texto y fotos: Fanny Gutiérrez y Juan Francisco Guevara)
