El Papa Francisco falleció el pasado 21 de abril tras algo más de una década al frente de la Iglesia Católica, su legado es una gran reforma de la fé y el papel de esta en el mundo contemporáneo. ¿Cuál será el futuro de la Iglesia Católica? No lo sabemos, sin embargo, Francisco fue un gran intento por hacer llegar a nuestro mundo incrédulo y tecnológico un profundo mensaje de reflexión espiritual. Admito que recibí su mensaje con entusiasmo y espero que su legado florezca.
Francisco fue particularmente efectivo para reconocer la pederastia dentro de la Iglesia Católica, visibilizando a las víctimas y castigando a los culpables. Esa posición permitió sanar las heridas terribles para muchos e imponer la justicia en muchos casos. Asimismo, tuvo un gran papel denunciando la guerra, la violencia y la violación de derechos humanos en todo el mundo, incluyendo a Venezuela. Quizá fue el primer Papa en abordar con preocupación el deterioro ambiental y promover el cuidado de la “casa común”.
En particular, siento que su mensaje en favor de los pobres, de los excluidos, de los migrantes y de la comunidad LGBTIQ+ fue una potente reconciliación con los principios más fundamentales de la cristiandad. Jesús no vino a bendecir a los ricos, ni a los poderosos, ni a los orgullosos. Jesús lavó los pies de los humildes, caminó entre los leprosos, salvó a prostitutas de ser apedreadas, multiplicó los peces para alimentar a los hambrientos y hasta convirtió el agua en vino para resaltar que siempre debe haber espacio para la alegría en el corazón humano.
Francisco tuvo claro con quién estar, estuvo al lado del migrante, de los que sufren persecución, de quienes padecen la guerra y de quienes sienten en sus carnes la ausencia de derechos humanos, democracia y justicia social. Todo eso en un Papa es, ciertamente, un milagro. Si yo, siendo ateo, puedo dar testimonio del mensaje transformador de Francisco, seguramente muchos cristianos también podrán hacerlo.
Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica