Desde la noche del martes 6 de mayo, los 133 cardenales convocados comenzaron a instalarse en las residencias de Santa Marta y Santa Marta Vieja, ambas reacondicionadas especialmente para la ocasión.
Este 7 de mayo, la ceremonia inaugural será la misa ‘pro eligendo Romano Pontifice’, presidida a las 10.00 hora local (8 GMT) por el cardenal decano Giovanni Battista Re.
Sin embargo, el punto de partida no es claro. Lo que se prevé es un cónclave con un inicio empantanado, en el que podrían surgir sorpresas inesperadas dentro y fuera del mundo católico.
Aunque los electores afirman que es el Espíritu Santo quien decidirá al nuevo obispo de Roma, son plenamente conscientes de que no podrán evitar la influencia de las dinámicas políticas. Y estas, como siempre, entrarán en juego.
Uno de los principales factores de complejidad es la falta de figuras y tendencias claramente perfiladas para ocupar el trono de Pedro. Tal como ya se había anticipado días atrás, el grupo de cardenales convocados es muy heterogéneo: proceden de más de 70 países, solo una veintena ha participado en cónclaves anteriores y la mayoría no se conocía entre sí antes del fallecimiento de Francisco. Este escenario hace que el proceso esté marcado por la inexperiencia.
El desconcierto se ha reflejado incluso en las liturgias previas a la votación. Durante las ‘Novendiales’, los nueve días de luto por la muerte del papa, las homilías y declaraciones se convirtieron en un espacio para enviar mensajes al cuerpo electoral.
En un primer momento, se percibía cierta inclinación hacia la continuidad del pontificado anterior. «No es tiempo de retroceder ni de reactivar alianzas de poder», dijo el vicario de Roma, Baldassare Reina.
En tanto, Pietro Parolin, el secretario de Estado del Vaticano y uno de los que suena como posible sucesor de Francisco, llamó a «vivir su legado»; y Mauro Gambetti, arcipreste de San Pedro, usó una imagen rural para dejar clara su postura: elogió a las ovejas por ser fieles y sumisas y advirtió sobre los machos cabríos que se rebelan y terminan «en el fuego eterno».
Además, las tensiones entre facciones se han hecho notar. Como ocurre en toda campaña, en los días previos a la elección circularon ataques, filtraciones y maniobras dudosas. Se han revisado biografías, escarbado en historiales médicos, e incluso interpretado gestos y publicaciones con lupa. Es una práctica antigua, propia de la historia misma de los cónclaves, que alcanzó su apogeo durante el Renacimiento.
Nombres de peso han sido objeto de estas campañas. Pietro Parolin, secretario de Estado, fue señalado de sufrir un problema de presión arterial, aunque el Vaticano lo desmintió. En tanto, el filipino Luis Antonio Tagle, otro de los considerados papables, fue criticado por interpretar la canción ‘Imagine’ de John Lennon y por su discutida dirección en Cáritas Internacional.
Incluso Tarcisius Isao Kikuchi, arzobispo de Tokio, fue cuestionado por publicar una selfi en un autobús, lo cual generó ruido en el ámbito vaticano.
Nota de France 24