Vive una Experiencia Informativa diferente cada día

Una de las tendencias contemporáneas más preocupantes es que el impacto de Internet y sus tecnologías derivadas parece haber creado una nueva forma de analfabetismo funcional, en el cual la gente sabe leer pero es incapaz de retener su atención lo suficiente en la lectura como para comprender las ideas que le propone un texto. Solo se busca lo inmediato, rápido y breve sacrificando los contenidos. Prácticamente no hay lectura.

Arnaldo Rojas

Como quizá muchos de nosotros sabemos por experiencia propia, la lectura ha experimentado a lo largo de los últimos años una de las transformaciones más importantes de su historia. Después de al menos un par de siglos de ser una práctica realizada en silencio y con cierto grado de soledad, en nuestra época ambas condiciones han cambiado radicalmente, ya que el silencio ha sido sustituido con un ruido casi omnipresente y multiforme: el ruido de la distracción, e igualmente la soledad en la que la lectura se desarrollaba ha sido reemplazada poco a poco con una peculiar forma de presencia y compañía (mensajería instantánea, redes sociales, etc.), capaz de irrumpir en nuestras vidas en todo momento y circunstancia.

La “era de la ansiedad” que con lucidez desoladora anticipó el escritor W. H. Auden se ha llevado por delante, entre muchos otros bienes, la posibilidad de sentarse tranquilamente a pasar las páginas de un libro, sumergirse en su lectura y por un instante suspender la corriente incesante del tiempo para situar en su lugar los acontecimientos que la escritura es capaz de implantar en nuestra percepción.

La comprobación de este fenómeno no es un problema menor. La lectura siempre se ha  considerado importante porque por varios siglos se dio por sentado que los libros eran la mejor forma de almacenar conocimiento fuera de nuestra memoria. De todos los saltos civilizatorios que ha experimentado la humanidad, la escritura fue uno de los más decisivos. Sin ésta, es muy posible que nuestra especie seguiría repitiendo los mismos errores que nuestros ancestros más remotos. La escritura y la lectura han sido dos herramientas clave para el desarrollo de la cultura.

Vale la pena recordar que leer no es únicamente descifrar los signos que conforman una palabra, un párrafo o un libro entero, sino además entender el sentido de aquello que se lee, de manera amplia: su sentido literal y su sentido figurado, el uso que se le da al lenguaje, el mensaje que se busca transmitir, la posición ideológica desde la cual habla el autor y otras sutilezas presentes en un texto. Los analfabetas funcionales de nuestra época tienen las habilidades necesarias para descifrar las palabras, pero han perdido su comprensión lectora.

Entre los testimonios respecto a esta situación, quizá los más elocuentes se encuentren entre maestros y profesores. Los docentes de cualquier materia han manifestado su preocupación por la dificultad de niños y jóvenes para mantener su atención en una clase o una tarea. La mayoría de los estudiantes ahora no leen libros sino que consultan internet, se limitan a “ojear” buscando los datos que creen importantes para hacer un «copia y pega».

Una gran ironía es que en nuestra época, que alguna vez fue llamada la “Era de la Información”, el sujeto contemporáneo tiende a ser llevado hacia una nueva forma de analfabetismo funcional: se conforma con consumir “píldoras informativas”, fake news (noticias falsas) y rumores que, además, repite como un loro y comparte, sin preguntarse cuál es su origen, a qué intereses responde o qué tan cierto es. No debemos olvidar que la ignorancia, la mentira y los rumores son, precisamente, nubes oscuras del pensamiento. Solo una lectura consciente ayuda a disiparlas porque nos conduce a la reflexión no a la sumisión. Solo así evitaremos caer en esta nueva forma de analfabetismo.

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