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(Por: Rubén Limas Telles)

.- Para abordar este nuevo aniversario del «Partido del Pueblo» lo quiero hacer desde el enfoque de la importancia de los partidos politicos en Venezuela, para su democracia y lo que esto conlleva: justicia social, libertad, más democracia, respeto de los derechos humanos, y progreso. 
La democracia venezolana, como en muchas otras democracias contemporáneas, ha sido históricamente sustentada en la existencia y funcionamiento de partidos políticos. Estos actores políticos cumplen funciones fundamentales que garantizan la estabilidad, la participación ciudadana y la legitimidad del sistema democrático, permitiendo la expresión de diversas voces y preferencias en la vida pública.
Uno de los roles primordiales de los partidos en una democracia es su función representativa. Según Giovanni Sartori, los partidos actúan como mediadores entre la ciudadanía y el Estado, facilitando la expresión de intereses colectivos y garantizando la participación política: «Los partidos son la estructura organizacional que traduce la voluntad popular en decisiones políticas» (Sartori, 1976). 
En Venezuela, los  partidos han sido esenciales para canalizar las demandas sociales y facilitar el acceso al poder mediante procesos electorales transparentes. Hoy, por ejemplo, vemos la intención de un partido politico de convertirse en partido único, anular el resto de las expresiones, y peor aún,  anular las expresiones de su propia base, como lo vimos recientemente.
También cumplen una función educativa y formadora de conciencia cívica los partidos políticos; Ernesto Laclau señala que los partidos ayudan a construir identidades colectivas y crean un sentido de pertenencia que fortalece la cohesión social: «Los partidos son instrumentos de articulación social y política que permiten a los individuos sentirse partícipes de una comunidad política»(Laclau, 2005). En el contexto venezolano, la participación activa en los partidos habia sido un medio para que diversos sectores sociales expresen sus intereses y contribuyan a la consolidación de una cultura democrática.
La competencia entre partidos políticos fue vital para el funcionamiento saludable de la democracia, promoviendo la rendición de cuentas y la alternancia en el poder. Kenneth Janda afirma que «una democracia efectiva requiere una competencia política significativa, que solo puede ser garantizada por la existencia de varios partidos que ofrezcan diferentes opciones a la ciudadanía» (Janda, 1980). Hoy, en Venezuela, vemos como eso se intenta anular. La presencia de múltiples partidos políticos y la alternancia en el poder fueron mecanismos cruciales para evitar el autoritarismo y fortalecer la legitimidad del sistema democrático, aunque en los últimos años este equilibrio se ha visto afectado. Una democracia que no era perfecta , pero era perfectible.
A pesar de su importancia, los partidos políticos en Venezuela han enfrentado múltiples desafíos. La polarización política, la crisis económica, y en algunos casos, la represión, han deteriorado la capacidad  para cumplir sus funciones esenciales. Guillermo O’Donnell advierte que «la debilidad de los partidos puede derivar en una crisis de representación y en la erosión de la democracia» (O’Donnell, 1996), y eso ocurre hoy día en Venezuela.
La fragmentación en bloques ideológicos opuestos, la falta de autenticidad en algunos procesos internos y las restricciones del gobierno han contribuido a disminuir la confianza en los partidos tradicionales, poniendo en riesgo la calidad de la democracia venezolana.
Los partidos políticos son elementos esenciales para la estabilidad, la participación y la legitimidad de cualquier sistema democrático, incluyendo el venezolano. AD contribuyó de manera efectiva a todo eso durante los únicos 40 años de democracia civil venezolana. 
Sabemos, sin embargo que su efectividad depende de su autonomía, transparencia y capacidad para representar genuinamente los intereses de la ciudadanía. La revitalización del sistema de partidos en Venezuela es, por tanto, fundamental para fortalecer su democracia y garantizar la apertura política que requiere un país en constante desafío. Nosotros los adecos que arribamos a los 84 años el 13 de septiembre, seguiremos luchando por una verdadera y genuina democracia representativa, y no una y que dizque participativa, de lo cual realmente no tiene nada.

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