Los eventos climáticos extremos que hemos vivido en los últimos años, de conformidad con la opinión fundamentada de la mayoría de los expertos en la materia, es producto del cambio climático. Esta crisis tiene su origen en la emisión de gases de efecto invernadero que provienen de la actividad humana y que han transformado la dinámica atmosférica aumentando la temperatura del planeta. Con una temperatura global más alta, el clima se hace más extremo, al día de hoy tenemos noticias de olas de calor letales en USA, en el Cono Sur el frío es amenazante y las lluvias en Venezuela son capaces de generar inundaciones sumamente destructivas.
Lógicamente, hacer frente al cambio climático supone acuerdos globales para la reducción de la emisión de gases contaminantes, el uso de energías renovables y cambios fundamentales en el consumo. No es la tarea de un país, se requiere el compromiso de la comunidad internacional. Ahora bien, en el plano nacional, no hay excusa para no acometer políticas públicas para mitigar los efectos del cambio climático.
No podemos decir que por culpa del imperio, del capitalismo, de las sanciones o por la llegada de Cristóbal Colón en 1492, o alguna otra rimbombante excusa, Venezuela no puede eliminar el uso de motores de combustión interna en el parque automotor y sustituirlos por motores eléctricos o que no puede promover masivamente la incorporación de energía solar y eólica para sustituir, progresivamente, las plantas termogeneradoras. Es más, ¿qué fuerza sobrenatural impide a los alcaldes evitar el corte de árboles de forma indiscriminada en las ciudades?.
Los tres niveles de gobierno, a sabiendas de que la crisis climática llegó para quedarse, deben implementar, con soporte en las propuestas que provengan de las universidades y gremios profesionales, políticas para mitigar el impacto del cambio climático sobre la población. Entre ellas, de las más importantes, estudiar cómo reducir los riesgos que tal fenómeno puede provocar en la producción agrícola. ¿O es que acaso la producción de alimentos dentro de Venezuela no es estratégica?. Además, deben desarrollarse sistemas de alerta temprana que permitan a la población reaccionar rápidamente ante los peligros climáticos extremos, que los sistemas de atención de emergencias estén suficientemente equipados y los venezolanos no se vean privados de la vida o su propiedad por la irresponsabilidad estatal.
Estos temas no pueden seguir relegados y postergados, la crisis climática solo empeorará y lo responsable, lo pertinente, lo deseable, es que las autoridades competentes no esperen a la próxima catástrofe para “declarar emergencias” y “lamentar profundamente las pérdidas humanas y materiales”, hay que actuar en el aquí y en el ahora.
Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica