(Por: Arnaldo Rojas)
A propósito del 12 de octubre de 1492 y de los mitos mal curados a partir de esa fecha, cuando Cristóbal Colón llegó al llamado “nuevo mundo”, este era un lugar complejo, diverso y fascinante. Al contrario de lo que hicieron creer los cronistas europeos de la época, nuestro continente estaba muy poblado y albergaba sociedades dinámicas cuya sofisticación, en muchos casos, no tenía comparación en Europa.
En nuestros territorios vivían entre 40 y 60 millones de personas, según estimaciones recientes, las cuales hablaban cerca de 1.200 idiomas distintos, agrupados en unas 120 familias lingüísticas, Desde estructuras sociales igualitarias, pasando por un sabio manejo de todo lo relativo a los bosques y el aprovechamiento de leñas, pastos y ríos, y el dominio de la ingeniería y la matemática, los pueblos originarios de la región ayudaron a tejer parte del mundo que vivimos hoy.
Como el maíz, un fruto mesoamericano que revolucionó la alimentación y se convirtió en un elemento esencial de la dieta mundial. Tanto es así que la clasificación y la manipulación genética de plantas es la tecnología más impresionante desarrollada por los indígenas americanos, como reconocen diversos investigadores.
Lamentablemente con el choque entre los dos mundos que siguió a la llegada de los europeos, se perdieron muchas de las formas de vida y de las avanzadas estructuras que construyeron los pueblos originarios, dejando incógnitas que los expertos todavía intentan resolver.
Sin embargo, quedan muchos restos arqueológicos que evidencian la grandeza alcanzada por los pueblos precolombinos. Recordemos algunos datos al respecto. Cuando llegaron los europeos a territorio mexica, Tenochtitlan era una ciudad más grande que París. Se estima que podía haber tenido unos 250.000 habitantes, la mayor densidad de población de América. Esta ciudad era una hazaña de la ingeniería, con un avanzado sistema de canales y represas, baños públicos, treinta de palacios donde se encontraban finas cerámicas y elegantes productos textiles. La agricultura y la pesca eran muy productivas y permitían sostener a todos sus habitantes.
Dos hechos fascinantes pertenecen a la cultura mesoamericana: uno ocurrió pocas veces en la historia de la humanidad y es que los mayas fueron los únicos del continente en descubrir la escritura de manera independiente. También en sus escritos es la primera vez en la historia que se registra un símbolo para el cero en matemáticas.
En cuanto a la selva amazónica tampoco era virgen cuando llegaron los europeos, como se pensó durante mucho tiempo, sino que los pueblos indígenas la transformaron, la plantaron y la mejoraron, haciéndola más resistente a eventualidades climáticas. Son verdades ocultas y olvidadas que nos revelan cómo era realmente nuestro continente antes de la llegada de Colón.
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